La dura batalla por la vicepresidencia de Trump se acelera

La carrera por la eventual vicepresidencia de Donald Trump en caso de que el exmandatario estadounidense gane las elecciones en noviembre ha acelerado su ritmo mientras el republicano se regodea con la incógnita y se ofrece al besamanos de un variado abanico de personalidades, de ultraconservadores a ultrarreligiosos.

Los mensajes de su equipo de campaña a los futuros electores son habituales y les ofrecen participar en ese juego: «¿Quién crees que elegiré? ¡Quiero que lo decidas! Lo vas a saber antes de las noticias falsas», dicen esos constantes correos electrónicos.

A la posible lista se acaba de sumar Nikki Haley, ex embajadora de Estados Unidos ante la ONU durante parte de su mandato y la última precandidata republicana en desistir ante el tirón popular del expresidente.

El jueves, Haley anunció públicamente que iba a votar por él en noviembre, aunque le instó a no asumir que su propia base le iba a apoyar de forma automática, y Trump no tardó en devolverle el gesto dejando abierta la puerta a ser su número dos en caso de volver al poder.

El exmandatario afirmó que creía que Haley iba a estar en su equipo «de una manera u otra», y aunque el 11 de enero había dicho que no la tenía en consideración para el codiciado puesto esta vez esquivó la pregunta para hablar en su lugar de otros candidatos que en su opinión han hecho un «trabajo fantástico».

Entre ellos, la presidenta de la Conferencia Republicana, la legisladora Elise Stefanik, que ha dicho recibir como un honor que su nombre esté en esa quiniela y que, como reflejo del respaldo que le profesa, asegura que en caso de haber ocupado la vicepresidencia en 2020 ella no habría permitido que los resultados de los anteriores comicios se certificaran.

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